A muchos emprendedores les sucede que inician sus proyectos con una idea de negocio en la cabeza y trazan una posible historia en la mente intuyendo dificultades pero que consiguen salvarlas con los planteamientos iniciales. Se marca una necesidad de mercado, un producto o servicio que lo satisface y un público objetivo que lo adquiere.
También es común pensar que tengamos que hacer algunos pivotes, no muy drásticos, en el modelo de negocio. Eso sí, sin tener que cambiar de actividad porque eso supondría empezar con un proyecto nuevo y haber asumido una pérdida en recursos económicos y de tiempo en una dirección errónea.
Lo que no es nada común es que tengas la necesidad interna de fabricar un producto para llevar a cabo tu principal actividad y ese producto totalmente colateral y secundario sea la tabla de salvación en un momento de crisis.
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La historia de KH7
Esto último, es lo que le pasó exactamente a Jaume Lloreda. Se fue a Barcelona a hacer unos cursos de joyería, y en 1949 funda su empresa de recubrimientos metálicos. En muchas ocasiones necesitaban limpiar piezas para poder mandar a los clientes y tenían un problema, en ese momento, habían detergentes y disolventes pero no habían desengrasantes. No tuvieron más remedio que fabricar un producto que pudiera quitar la grasa en las piezas para dejarlo impecable. Por lo que se ve, ese producto funcionaba a las mil maravillas.
Pasado un tiempo , el mercado de los metales se vio envestido por una profunda crisis que hizo cuestionar el cese de la actividad. Estuvieron a punto de cerrar, aunque algunos trabajadores y el propio Sr Lloreda fijaron su atención en este producto desengrasante. Este funcionaba muy bien y pensaron que lo podían vender e terceros. Y en una decisión sumamente valiente decidió contratar una estructura comercial para salir a vender. Ese fue el nacimiento del producto que muchos conocemos ahora y que unos cuantos tenemos en casa: el KH7.
Yo he tenido la ocasión de coincidir en un encuentro empresarial con el Sr. Lloreda y cuesta ver a personas tan implicadas y que sientan tanto orgullo por lo que hacen a nivel profesional. A día de hoy venden 13 Millones de productos de limpieza al año y facturan mas de 50 millones de euros.
Conclusiones y comentarios
De esta historia podemos extraer un par de conclusiones que nos pueden ser útiles:
1- Reciclaje profesional: Puede pasar que hayamos construido un entorno productivo para desarrollar una actividad que al final no obtenga los resultados esperados pero con todo el esfuerzo invertido y la cantidad de cosas que han hecho, a veces, podemos volver a aprovechar ciertos elementos muy útiles para el futuro. En el caso de KH7 fue un producto, el de otro puede ser un buen contacto, alguna colaboración realizada….Mira atentamente a tu alrededor porque nunca sabes que es «reciclabe.
2- Coherencia en la venta: Cuando has desarrollado algún producto que lo necesitabas para ti mismo y era importante adquieres un punto de coherencia y credibilidad si lo quieres vender a 3eros. Va a ser malo un desengrasante que se ha utilizado antes como necesidad para una empresa? Esta situación es extrapolable a distintos campos:
– Va a ser malo en marketing digital un blogger que tiene miles de visitas cada día en su blog?
– Podemos confiar en un consultor de startups si antes ha sido un emprendedor de éxito?
Siempre que hemos invertido horas y esfuerzo en un proyecto tenemos aspectos colaterales que podemos volver a aprovechar, simplemente hay que estar atentos.
Conoces algún caso en que alguna habilidad o producto interno haya salvado una empresa o haya servido para empezar otra?
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CEO de Marketers Group. Agencia de marketing digital especializada en servicios de SEO, Publicidad digital y Business Analytics. Director del portal Tiempodenegocios.com. Formador in-company para empresas como Bayer, Roche, Evercom, Claró Partners entre otras.