Hace unos días comentaba con un compañero de trabajo, a raíz de una entrevista con un académico del sector, que vivimos en tiempos líquidos. Leemos y escuchamos hablar de contenidos líquidos, de comunicación líquida y de cultura líquida… Seguro que compartís conmigo que no hay ninguna duda de que esto es cierto. Veamos como se podría navegar en esta “liquidez” sin hundirnos y ahogarnos.
Ciertamente, los contenidos generados por las marcas son líquidos, efímeros e instantáneos (aunque no todos). Está claro que hay unos “contenidos fast” que están diseñados para usar y tirar. Contenidos de poco valor, pero que su magia reside en el instante en el que se producen, en la inmediatez, en el directo, en la curiosidad, en su relación con la actualidad, etc. Estos contenidos son creados tanto por las marcas, como por los propios usuarios. El lugar de distribución por antonomasia de estos contenidos son los canales digitales, especialmente las redes sociales y WhatsApp.
A su vez, la comunicación se vuelve líquida debido a la “liquidez” de muchos contenidos, que son uno de los elementos importantes de la comunicación actual, sobretodo en entornos digitales. Vemos también como hay chicos y chicas de la generación Z y Millenials que tienen dificultades con la comunicación offline. Les cuesta más entablar conversaciones, concentrarse, escuchar y hacer amigos en vivo y en directo. El mundo ON ha hecho que se pierdan experiencias OFF. No obstante, han ganado otras habilidades y las que han perdido se pueden recuperar si son conscientes y se le ayuda. Al fin y al cabo, todos vivimos en la era digital o postdigital y todos debemos entrenar y “auto-educarnos”.
La cultura, tan influenciada por la tecnología, también parece que se ha vuelto líquida. Como apuntaba Bauman, la globalización, los cambios políticos y la transformación social han provocado que todo parezca cambiante y con fecha de caducidad, en contraste con las estructuras sólidas del pasado. Parece como si no pudiéramos aferrarnos a nada porque todo es cambiante y efímero. Como si no pudiéramos agarrarnos a nada porque se nos escurre por las manos. Conocer nuestra sociedad, es conocer nuestro público.
A la vez, aumenta el interés por los contenidos, la comunicación y la cultura slow. Al final, parece como si nos gustaran los alimentos líquidos pero no queremos olvidarnos de los sólidos; algo bastante lógico si tu organismo te lo permite…
Necesitamos una superficie clara sobre la que apoyarnos y navegar por este mundo líquido, disfrutando del viaje y llegando a buen puerto. Eso no es incompatible con la capacidad de adaptación a los cambios, la frescura y la innovación. Al revés, una base esencial sólida aumentará nuestra capacidad para navegar entre grandes olas y corrientes imprevisibles.
Pienso que en comunicación (y en otras áreas) hay 2 realidades que pueden contribuir de manera eficaz a “surfear”. Estas 2 realidades son los fundamentos sólidos y los datos útiles. Fundamentos sólidos sobre los que construir nuestra comunicación, que vendrán de la esencia de nuestra identidad de marca, y datos relevantes para poder tomar decisiones conociendo al público y al sector, que vendrán del smart data.
Así pues, parece que estos tiempos líquidos nos pidan invertir en branding y smart data. ¿Pensáis que hemos de invertir en algo más?
Un placer, sacar a pasear mis pensamientos. Sigamos navegando… Juntos, que llegaremos más lejos.
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Consultor de comunicación digital y estrategia de marca. Actualmente, trabaja en be shared como consultor de comunicación y branding digital tanto para grandes marcas como para pymes. A su vez, es creativo audiovisual y ha colaborado con TV3 y con el departamento de producción ejecutiva de Bastian Films. Además, es profesor en Inesdi Digital Business School.